
Todos tenemos esa caminata de resignación antes de una gran decisión. Me acuerdo haber estado caminando, ya resignada, ya preparada para sacarnos el disfraz. Mi caminata ese día no tenia música, salvo por lo poco que me acordaba de una canción. Después de una charla inmensa, de despedirme por ultima vez, la vuelta fue de la mano de enfrente, mucho mas lenta y como era de esperarse, ya no cantaba, lloraba.
Esas dos caminatas, que mas que caminatas fueron marchas fúnebres, dieron comienzo a muchas otras, en otras calles, escuchando diferentes canciones, a veces llorando desquiciada y otras pocas sin gestos en la cara.
Mucha gente mas se saco el disfraz en ese tiempo, por lo que tuve varias razones para caminar. Creo que esa era la única forma de darme cuenta que todavia era un ser viviente, y necesitaba sentirme viva muy seguido. Caminaba también para alejarme, pero desafortunadamente solo fueron vueltas en circulo, como esas tantas vueltas que dimos en la plaza un día, o como esas otras que seguimos dando hasta hoy.
Ya cerca de un año de esas dos marchas que dieron comienzo (y no fin) a todo, debo reconocer que hace tiempo que ya solo camino si tengo que ir a algún lugar, y no lo hago resignada, ni llorando, ni sola, ni triste, ni para sentirme viva, ni para alejarme..